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La mujer, el centro de todos los discursos en la Edad Media.

            Partamos del hecho de que la mujer en la edad media estaba muy mal considerada, identificada, entre otras cosas, con el sexo (que era pecado), la lujuria y el mismo pecado con ella debido al pecado original de Eva, pues no se la perdonaba que mandase a la perdición a la humanidad y que por su culpa el hijo de Dios tuviera que sacrificarse en la cruz para salvarla.
           
Se le atribuía un carácter melancólico, pasivo, inhibido y descontrolado, casi neurótico, por ser así estaba más sujeta a las enfermedades y a la mortalidad. Se decía que el hombre era menos longevo que la mujer porque en el acto sexual ella tenía un papel pasivo que no requería esfuerzo, mientras que el hombre sufría un enorme desgaste físico que le era perjudicial.

            La mujer por ser mujer ya es pecadora, mala, traicionera, así lo muestran todos o casi todos los tratadistas de la época, la mayoría clérigos y como tal, célibes. Hablaban mal de la mujer advirtiendo a los hombres de que no se dejasen embaucar por ellas, pues les perderán. El cisterciense Bernardo de Morlaas decía así en el s. XII de la mujer: La mujer innoble, la mujer pérfida, la mujer ruin / mancilla lo que es puro, rumía la impiedad, echa a peder todo acto. / Abismo de sensualidad, instrumento del abismo (se refiere al infierno), boca de los vicios / no retrocede ante nada y concibe de su padre y de hijo…/ Mujer víbora, no ser humano, sino bestia feroz…/ Mujer pérfida, mujer fétida, mujer infecta...

            Según los tratadistas de la época, la virtud está en el celibato, o mejor aún, en la virginidad, por eso los hombres han de resistir las tentaciones de la mujer, el sexo está mal, es pecado, la mujer es pecado.

            A pesar de todo esto, todos los hombres tienen madre, hermanas, y muchos tienen hijas, por lo que en realidad la situación se atenuaba, y no eran tan atacadas con el paso del tiempo. La única función de la mujer era la procreación sobretodo, y cuidar de la casa y sus tareas, pero sólo dentro del matrimonio, que era defendido por Santo Tomás de Aquino entre otros.

            La mujer medieval estaba muy oculta, no se habla de ella ni en las crónicas, tampoco a nivel de concejos, cortes, fiestas, conventos, etc. Sólo se conocen las historias aisladas de las mujeres que han destacado por algo importante, como por ejemplo, Eloisa por su inteligencia, Leonor de Aquitania por su belleza, Juana de Arco por su valía guerrera, etc.

            Así la veían los tratadistas, todo lo que se refiere a la mujer es negativo, malo y pecado, pero la realidad es diferente. Llegada a una edad, 14 o 16 años se casaba a la mayor si es que tenía más hermanas, dependiendo de la dote, así unos padres podían casar a una sola o más hijas, el resto de las hermanas iban al convento pues la dote de ingreso era menor. Esto en el caso de las familias humildes; entre los nobles la cosa cambia, el matrimonio servía para incrementar el patrimonio familiar por la unión con otros linajes o con el mismo para que el patrimonio no se disperse, con parientes de segundo  o tercer orden; hasta que el incesto quede prohibido por la Iglesia. La mujer entonces tiene una función primordial que es la perpetuación del linaje, esto es, proporcionar herederos, procrear. Aunque también las había que no escapaban del convento, aunque claro, con mejor posición y rango dentro. Si la mujer resultaba viuda, esta condición les dotaba de cierto prestigio y poder personal, podían dedicarse a ser matrona, aunque también tenían la opción del convento. En otros casos podían volver a casarse, aunque esto ya estaba mal visto por la sociedad, a no ser que fuera noble y la familia le aconsejase y proporcionase un nuevo matrimonio.

            En definitiva, la mujer poseía estos arquetipos porque eran desconocidas para los hombres, quienes tenían el poder, se extrañaban de la capacidad que tenía la mujer para dar vida y también para quitarla. Pero la realidad es siempre diferente a pesar del empeño de los clérigos y tratadistas medievales por desprestigiarla.

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